¿Qué le falta a Costa Rica para transformar sus ciudades?

Daniel Villafranca

Daniel Villafranca

Las edificaciones en zonas vulnerables a inundaciones aumentaron un 443,9% entre 1986 y 2017, según el ‘Informe del Estado de la Nación’.

Ante la necesidad de reducir emisiones de carbono, fomentar la sostenibilidad y enfrentar el crecimiento demográfico (se estima que el 68% de la población mundial vivirá en áreas urbanas para 2050), las ciudades deben renovarse. Sin embargo, persiste la interrogante: si compartimos el sueño de urbes mejor planificadas, inclusivas, seguras, verdes y eficientes, ¿por qué no hemos logrado impulsar grandes proyectos de transformación?

El desarrollo urbano no solo debe responder a necesidades actuales, sino anticipar retos futuros. Las ciudades se han convertido en el epicentro de innovación y progreso, pero también afrontan enormes desafíos en términos de sostenibilidad, infraestructura, equidad y bienestar. En Costa Rica, donde aproximadamente el 80% de la población vive en áreas urbanas, hay enormes oportunidades.

Lidiamos con desafíos como el rezago en infraestructura, evidenciado por la disminución del peso de la obra pública en el total de la construcción del país. Durante los últimos 30 años, este rubro representó en promedio un 20%; sin embargo, según cifras del Banco Central de Costa Rica (BCCR) a enero de 2025, se proyecta que caiga al 9,5%.

Al mismo tiempo, las edificaciones en zonas vulnerables a inundaciones aumentaron un 443,9% entre 1986 y 2017, según el Informe del Estado de la Nación. A esto se suma la ausencia de planes reguladores en más de la mitad de las municipalidades del país. No obstante, el mayor reto es la coordinación del desarrollo, ya que muchas de las soluciones necesarias requieren colaboración interinstitucional.

Los retos actuales —olas de calor extremas, migraciones y desastres climáticos— exigen infraestructuras que no solo atiendan problemas como el colapso vial, la falta de vivienda y la desigualdad, sino que también sean resilientes ante futuras crisis. Si bien iniciativas como el proyecto del Banco Mundial buscan fortalecer la infraestructura, aún se requiere una inversión sostenida para revitalizar el sector.

Es fundamental replantear el modelo de planeamiento y gestión urbana para mejorar la calidad de vida, reducir desigualdades y garantizar resiliencia ante el cambio climático y la crisis de infraestructura.

Foros globales como la CTBUH 2024 y la Semana del Clima en Nueva York resaltan la urgencia de actuar con enfoques clave:

Resiliencia: Las ciudades deben adaptarse al cambio climático con estrategias de transición y renovación de edificios, reduciendo el impacto ambiental y fortaleciendo su capacidad de respuesta ante eventos extremos. Al tiempo que aprovechamos infraestructuras ya construidas, se minimiza el impacto ambiental asociado a la construcción de nuevos edificios. Esto no solo mitiga el cambio climático, sino que también refuerza la capacidad de las ciudades para soportar eventos extremos que impactan de forma más significativa a las poblaciones más vulnerables.

Reducción de carbono: Urge una contabilidad de carbono estandarizada, especialmente en la industria de la construcción, para medir y reducir tanto el carbono embebido como el operativo. Se entiende que el foco de Costa Rica debe estar en la adaptación; sin embargo, hoy tenemos la oportunidad de ser líderes globales al desarrollar una economía descarbonizada.

Colaboración global y regulación: Las regulaciones globales, especialmente en Europa, están marcando el ritmo de la acción climática y de un nuevo modelo económico. La organización Carbon Disclosure Project (CDP) ha recopilado datos que demuestran reducciones de emisiones del 10% y el ahorro de un 7% en costos, en 60.000 empresas tras dos años de informes.

Diversidad, equidad e inclusión: La vivienda asequible y la creación de ciudades inclusivas domina las conversaciones actuales. Métodos de construcción modular y planificación urbana que promuevan la densificación pueden mejorar la accesibilidad y calidad de vida.

Movilidad: Los desarrollos de uso mixto favorecen una movilidad más eficiente, al crear áreas urbanas densas y verticales, junto con infraestructura adecuada de transporte público. Debemos replantear la planificación urbana para maximizar la accesibilidad e integrar el transporte público, la movilidad compartida y soluciones de micromovilidad.

Diseño regenerativo y biodiversidad: Las soluciones basadas en la naturaleza y la incorporación de espacios verdes en entornos urbanos no solo mejoran la calidad del aire, sino que también combaten el efecto de isla de calor y fomentan hábitats saludables.

Estamos ante un cambio de paradigma similar al auge de la electricidad, con billones de dólares fluyendo hacia startups que redefinen la sostenibilidad urbana. Costa Rica tiene la oportunidad de ser un referente global, pero requiere mayor articulación entre sector privado y público. La pregunta clave es ¿qué nos detiene? ¿Falta de liderazgo, barreras institucionales, ausencia de espacios de consenso o limitaciones en ejecución?

Como dijo Ani Dasgupta, CEO del WRI, en la Semana del Clima NY 2024: “El cambio climático multiplicará nuestros retos actuales de forma exponencial. Las ciudades no lo pueden enfrentar solas; necesitan un nuevo modelo de gobernanza basado en alianzas y transparencia”.

Es momento de unir esfuerzos para construir las ciudades del futuro.

*Artículo original publicado en la sección de Opinión del periódico La Nación

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